Otorrinolaringólogo

¿De qué se trata?

La otorrinolaringología es la rama de la medicina que trata de la prevención, el diagnóstico y el tratamiento, tanto médico como quirúrgico, de los trastornos de la región de la cabeza y el cuello, es decir, el oído (audición y equilibrio), la nariz (respiración y apnea del sueño) y la garganta (voz y deglución), incluyendo, por ejemplo, el tratamiento quirúrgico de las glándulas tiroides y paratiroides, así como el tratamiento médico y quirúrgico de las amígdalas, la base del cráneo, la boca, la lengua, las glándulas salivales, los tumores de la región cervical y facial, etc. Aunque puede parecer que todas estas partes no estén relacionadas entre ellas, es frecuente que se vean afectadas conjuntamente por un mismo proceso patológico, ya sea infeccioso, tumoral, traumático u de otro tipo, por lo que son tratadas por un mismo especialista, cuyo título es médico cirujano otorrinolaringólogo.

¿Qué patologías trata con más frecuencia el otorrinolaringólogo?
Entre las patologías que el otorrinolaringólogo trata con más frecuencia se encuentran:

  • enfermedades de la faringe, como la amigdalitis (especialmente si es crónica), fibropapilomas, anomalías del paladar y problemas como la apnea del sueño y los ronquidos
  • enfermedades de la laringe, como la parálisis de las cuerdas vocales, nódulos, pólipos, quistes y estenosis laríngea
  • enfermedades de las glándulas salivales, como la sialoadenitis y los cálculos salivales
  • enfermedades del oído, como otitis media, perforación del tímpano, otosclerosis, vértigo, trastornos del laberinto y acúfenos
  • enfermedades inflamatorias de la nariz, como sinusitis, adenoiditis, poliposis e hipertrofia de cornetes
  • malformaciones de la nariz y del tabique nasal
  • sordera
  • tumores de cabeza y cuello
  • otosclerosis

Fibroscopia - Endoscopia nasal

La fibroscopia nasal (también conocida como «rinoendoscopia» o «nasofaringoscopia») es un método utilizado durante un examen otorrinolaringológico común, que permite realizar una valoración médica de los tejidos internos de la nariz, la nasofaringe y el paladar blando, cuando se sospeche o se desee seguir la evolución de muchas de las enfermedades que pueden afectar al primer tramo de las vías respiratorias superiores (especialmente, la región nasofaríngea) de adultos y niños.

 

Desde que Harold H. Hopkins, del Imperial College de Londres (Reino Unido), desarrolló el primer endoscopio rígido para la visualización ampliada de las fosas nasales en 1960, la endoscopia nasal ha cambiado radicalmente el enfoque quirúrgico necesario, por ejemplo, para tratar la sinusitis crónica o la poliposis nasal, haciendo posible pasar de cirugías devastadoras y muy complicadas para el paciente a una intervención mínimamente invasiva, como la cirugía endoscópica funcional de los senos paranasales (FESS, Functional Endoscopic Sinus Surgery).

 

La endoscopia nasal puede realizarse con un endoscopio rígido o un nasofaringoscopio flexible. En ambos casos, estos dispositivos consisten en un tubo de pequeño diámetro, conectado a una cámara, que se introduce en las fosas nasales a través de los orificios nasales y se mueve en diferentes direcciones y ángulos, con el fin de obtener una visión lo más completa y precisa posible de los tejidos internos de la nariz, llegando primero a la nasofaringe (la región situada entre la nariz y la garganta) y, a seguir, a la faringe y la laringe.

 

El examen no requiere anestesia y es indoloro; el procedimiento dura unos 10 minutos.

La realización de una fibrolaringoscopia no requiere ninguna preparación específica.

El paciente puede beber y comer libremente tanto antes como después de la intervención.

 

Hoy en día estos métodos, tanto con nasofaringoscopio flexible como con endoscopio rígido, constituyen una comprobación indispensable para el estudio de las principales patologías de la nariz (enfermedades de los cornetes, pólipos, sinusitis), de la nasofaringe (adenoides, otras), de la hipofaringe (enfermedades de la base de la lengua, epiglotis) y de la laringe (nódulos, pólipos, disfonía, otras, etc.).

 

El procedimiento no solo permite visualizar con precisión las fosas nasales, la nasofaringe y la laringe para identificar las principales patologías de estas regiones, sino que también está especialmente indicado para estudiar todos los tipos de disfonía (trastornos de la voz), ya que permite observar el movimiento de las cuerdas vocales mientras el paciente emite la voz de forma natural, sin que el especialista tire de la lengua, como ocurre con la laringoscopia indirecta (es decir, el examen clásico con el espejo).

 

El estudio minucioso de la motilidad y la morfología cordales suele ser decisivo para evaluar las posibilidades de éxito del tratamiento logopédico correctivo tanto en las formas de «disfonía funcional» como en las de «disfonía orgánica».

 

La fibrolaringoscopia es igual de fundamental en el estudio de todas las patologías que pueden subyacer al ronquido habitual y al síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), mucho más grave.

La endoscopia nasal con endoscopios rígidos está especialmente indicada en el seguimiento posoperatorio y/o durante el tratamiento farmacológico.

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